Poner el cuerpo en escena implica vincularse. El vínculo es un nexo, definido como el lazo que se establece entre el sujeto y su entorno, este nexo se da de forma física o simbólica, pero siempre implica una connotación emocional, donde este sujeto se afecta por la otredad.
En principio vamos a realizar una simple clasificación emocional, entre expresiones emocionales negativas y positivas, esta organización nos ayudará a sintetizar en formatos los tipos de lazos emotivos que se conforman en escena, que desde ya son dinámicos, transmutables y evolucionan durante el transcurso de la obra. Pero no estamos generando ningún tipo de valor jerarquizado entre las emociones, no existen emociones buenas o malas, todas las emociones conforman la complejidad humana y son necesarias para la supervivencia y acción.
La connotación negativa/positiva viene por la observación corpórea dinámica que vemos en el lenguaje del actoris que otorgan mayor grado de escucha, disposición del área expresiva, tono muscular calmo o disponible, apertura de recepción de estímulos en las emociones positivas - alegría, amor, valentía (y todas las que derivan de ellas en su mixtura) - en contraposición a las emociones negativas que cierran la capacidad de escucha, cierran el área expresiva, tensionan el tono muscular, delimitan la posibilidad de modificación por estímulos externos - tristeza, enojo, miedo (y todas las que derivan de ellas en su mixtura).
Pensemos en el personaje como un ser que -definitivamente- debe tener una relación con todo lo que lo rodea, es decir que si lo que está no modifica al mismo, no tiene ninguna importancia. Por ejemplo: si el sujeto está al lado de una ventana, la ventana simboliza, significa algo o implica una acción. Si el sujeto no se afecta por la ventana, la ventana no existe. Lo mismo sucede con la presencia de otro personaje o con una acción. Aquí ya observamos la importancia de identificar el vínculo escénico de la indiferencia.
¿Estamos diciendo que el personaje no puede ser indiferente a nada? No, no estamos diciendo eso. Estamos diciendo que quien cumple el rol actuante no puede ser indiferente por omisión, si no que debe poder decidir ser indiferente emocionalmente o no. ¿Cómo decide si es indiferente o no? en principio registrando todos los elementos que lo rodean en la escena, uno por uno e indagando qué vínculo emocional se establece con ellos.
En esta ocasión vamos a centrarnos en el vínculo con la otredad. El tipo de lazo que se forja entre un personaje y el otro.
Los formatos de vínculo son los siguientes:
EMPÁTICO.
SIMPÁTICO.
ANTIPÁTICO.
APÁTICO.
CONTRADICTORIO.
Para esclarecer esto vamos a pensar en el PERSONAJE A como accionante y en el PERSONAJE B como reaccionante en cuanto al vínculo emocional.
El Personaje A dice un parlamento, comete una acción o un gesto emocional sobre un Objeto X (El Objeto X puede traducirse también en acción, otro personaje, o el entorno, en este caso la expresión emocional no es sobre el Personaje B) y el Personaje B se vincula en estas distintas variantes:
A través del cuadro podemos observar que el proceso de mimesis emocional implica una respuesta también emocional, cuando la emoción es la misma el vínculo se torna empático, por ejemplo:
A - (Tomando una manzana entre sus manos) ¿No es la manzana más hermosa que hayan visto?
B- (Acercando su rostro para observar la manzana más de cerca) Es hermosa.
En este ejemplo solo vemos una acción física y un pequeño parlamento por parte de los personajes, pero no sabemos qué tipo de vínculo hay en la misma.
El vínculo lo portaran los cuerpos actuantes, para que el vínculo sea empático, si el PERSONAJE A presenta en su gestualidad alegría, B debe expresar alegría, si A decide expresar amor, B debe también expresar amor. Si A expresa odio, B debe presentar odio. Para ser empático debe responder con la misma emoción, sea cual sea.
Pensemos en la misma escena de A, B y la manzana, A expresa alegría pero B decide expresar otra emoción positiva, por ejemplo: amor, allí está conformando un vínculo simpático. Lo mismo sucedería si B expresa valentía.
Para que el vínculo sea antipático, si A expresa alegría, B puede expresar cualquier emoción de connotación negativa: tristeza, odio o miedo. Pero si A expresa tristeza, para seguir siendo antipático, B no puede expresar tristeza, porque ahí se tornaría empático.
El vínculo apático, está relacionado con la indiferencia, el Personaje A puede expresar cualquier emoción, que el Personaje B no se mutará, su expresividad buscará no delatar ningún tipo de emotividad, lo cuál también es muy provocante en la dinámica vincular, ya que es una apatía direccionada.
Por último tenemos el vínculo contradictorio, donde las emociones tanto negativas como positivas están entremezcladas en las emociones mixtas, por ejemplo: El Personaje A, expresa alegría y el Personaje B responde con envidia, una emoción construida por el deseo y el rechazo. Otras emociones contradictorias que podemos mencionar son: la ansiedad, la culpa, la duda, entre otras.
En conclusión descubrimos que un simple intercambio de parlamentos pueden tener una variabilidad asombrosa de vinculación emocional que va mucho más profundo que la superficie del texto. Estos formatos de vinculación emocional pueden tener variantes en cuestión de segundos o persistir durante escenas, quizás hay emociones que imprimen el vínculo general de los personajes pero que por medio del avance de los sucesos estos se tiñen de matices emocionales súper nutritivos para la conformación de sus personajes y la relación con la escena.
Natalia Arteman
Profesora de Artes en Teatro
Maestranda en Actuación
Profesora de Hatha Yoga
Instructora de Pa Kua Sintonía
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