¿Qué es la emoción?
“(...) Cada vez que ‹‹intercambiamos››, algo dentro de nosotros ‹‹cambia›› tras una reacción. De un momento a otro, cambiamos y reaccionamos. De esta manera, mientras intercambiamos sonidos y movimientos, nuestro ser interior experimenta cambios constantes.” Yoshi Oida – El actor invisible.
Para comenzar nuestra experimentación; búsqueda de técnicas y teorías sobre el abordaje de la emoción en el oficio actoral, debemos ir al origen etimológico de las palabras. En la raíz podemos dilucidar que direcciones tomar. El origen de la palabra nos brinda un punto de partida de investigación que nos comuna en el mismo lenguaje.
Es importante escapar de conceptos abstractos e interpretaciones subjetivas, no por negación a la perspectiva personal/emocional de cada intérprete, si no por permitirnos la posibilidad de expandir nuestro conocimiento y apertura en nuestro trabajo.
EMOCIÓN proviene del latín emotio, que significa “lo que se mueve hacia” Este nombre deriva del verbo emovere “trasladar”. Es decir que la emoción implica un movimiento, este movimiento puede ser tanto interno como externo. Es un cambio.
Resumiendo teorías psicológicas y neurológicas, la emoción es un estado afectivo, una reacción fisiológica y endocrina donde participa el sistema límbico, varios procesos cognitivos y expresiones gestuales/conductuales. Su función es adaptativa, nos prepara para reaccionar y nos modifica a través de los estímulos sensoperceptivos. A su vez, una vez provocada la modificación física/mental nuestra conducta busca transformar el entorno que nos rodea.
Con el objetivo de comprender las emociones, diferentes investigadores de distintas áreas de las ciencias humanas y sociales, han buscado métodos de clasificación en el abanico de las expresiones emocionales. Estos cambios del estado anímico - del latín animus: soplo. Del griego anemus: viento. Respiración, ciclo vital y vida, ánima: alma. Ánimo: Estado del alma. – Se agrupan según estudios que engloban las reacciones fisiológicas, endocrinas y conductuales como: respiración, ritmo cardíaco, presión sanguínea, sudoración, reacción cutánea, dilatación o contracción de las pupilas, tono muscular, flexión articular, movimiento vertebral, apertura de fosas nasales, duración del estado, acciones tendientes, gestos faciales, entorno cultural, entre otros factores.
Cuadro Expresivo
“La descripción de los conflictos como situaciones dolorosas quizás sea una buena definición, pero lo es desde el punto de vista psicológico. El actor no puede ponerla en práctica. Mientras que puede organizar su campo luchando contra lo que se le opone desde afuera o bien enfrentando el dilema físico (y lo subrayo) entre su propio animal y su deber ser.” Raúl Serrano - Nuevas Tesis Sobre Stanislavski
En mi experiencia actoral y pedagógica he observado que el concepto “cuerpo” en ocasiones termina siendo un aspecto demasiado amplio.
Primero, como actores y actrices, debemos identificar nuestro cuadro expresivo. Nuestros pies nos enraízan al escenario, a la tierra, el apoyo de los pies nos dará ya una información importante, con esto no solo me refiero a nuestro estado personal, si no ya al puntapié de la creación y caracterización del personaje. Desde las piernas extenderemos nuestra columna vertebral y allí en la pelvis, en el sacro, en el coxis la información orgánica del impulso. El esternón y pecho, junto con las manos, nos hablará de la relación con el entorno, de cómo lo percibimos, de cómo nos vinculamos con el otro/a/e. Finalmente el cuello, la cabeza junto a la mirada, marcarán lo intencional, la dirección de la acción.
Como direccionamos y colocamos el cuadro expresivo será el entrenamiento propicio para cada poética, personaje o escenario. Tendremos un tono muscular, un ritmo respiratorio, una relación cohesiva o contradictoria de las tres zonas del cuadro.
El cuadro expresivo, toda nuestra área de apertura del gesto corporal es lo primero a explorar en cualquier trabajo. La exploración del área tiene que ver con expandir y direccionar el movimiento según los impulsos estimulados. El impulso orgánico del movimiento no proviene de una idea, ni de la articulación específicamente movida, el impulso real proviene de la médula espinal. Dentro de la médula se agrupa información evolutiva, nuestras reacciones inmediatas y reflejos provienen de siglos de historia ancestral. Es fundamental en principio abrirse al impulso, Serrano expone que el cuerpo, el animal del actor, es impulsado a proceder de manera brutal, pero sus pruritos lo detienen. Estas circunstancias, cuando son abordadas corporalmente por el actor, provocan de inmediato una conducta orgánica, es decir, que se comprende lo físico, lo intelectual y lo emocional a la vez.
Un gran entrenamiento surge de explorar un cuerpo animal, un cuerpo donde los movimientos surgen de la necesidad más primitiva, copular, comer, defecar, descansar. Luego de haber explorado todo tipo de movimientos, sonidos y gestos relacionados con estos elementos, en la zona baja – como punto de partida – y en la boca – para entrenar el gesto facial, pasamos a los movimientos de la zona media, el área perceptiva, buscamos trabajar desde el esternón, abrirnos y expandir el gesto en relación a un espacio más amplio, a la verticalidad y horizontalidad del desplazamiento. Allí comenzamos a trabajar la respiración como guía del ritmo de los movimientos. Utilizamos los brazos y manos muy presentes en el uso del gesto.
Propongo que cada secuencia sea realizada de forma repetida modificando la dinámica respiratoria, por ejemplo la extensión de los brazos hacia delante, con las palmas abiertas hacia el cielo, pero en cada vez cambiamos, primero lo hacemos inhalando, luego exhalando y por último en apnea. Esta pequeña- enorme – diferencia modifican todo el movimiento en una posibilidad de acciones transformadoras, a su vez sucede algo que suele impresionar a los que practican el ejercicio: perciben emociones. Por lo tanto entendemos que estos movimientos/cambios internos y externos nos brindan la posibilidad del emotio. Luego buscamos la cohesión total, es decir que la mirada y dirección de la cabeza dirijan todo desplazamiento, acción y movimiento. Que la respiración defina la durabilidad de cada momento y que el eje y el equilibrio sean fundamentalmente sostenidos durante todo el proceso. Aquí registramos la aparición de la concentración y el despertar de la mente/pensamiento en función de lo que hacemos y para qué lo hacemos.
Por último uno de los ejercicios más interesantes, en el entrenamiento, los invito a contradecir las tres zonas del cuadro expresivo junto con el trabajo de la respiración, aparecen impulsos interrumpidos, movimientos de represión, comportamientos, actitudes. Esta exploración se debe realizar con consciencia de territorio, por lo tanto ¿Qué tipo de obra estudio? ¿En qué regla dinámica me exploro? Melodrama, Tragedia, Absurdo, Comedia, Expresionismo, Realismo… etcétera. El tono muscular y los puntos fijos, líneas de desplazamiento y ritmo definirán la intensidad de las emociones a desarrollar.
BIBLIOGRAFÍA
Serrano, Raúl: (2003) Nuevas Tesis sobre Stanislavski. Atuel
Oida, Yoshi: (2010) El Actor Invisible. ALBA.
Comments